Por Cristián Marcelo Muñoz

Los recientes reportes del IPCC y de la IEA advierten que se requieren urgentes reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero y uso de combustibles fósiles, restando no más de doce años para cumplir con la meta de estabilizar la temperatura. 

Hace algunas semanas, el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) publicó un reporte especial relacionado con los impactos de un calentamiento global de 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales, y las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), necesarias para cumplir con esta meta.

En la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas, celebrada en París en 2015, se acordó hacer todos los esfuerzos necesarios para mantener el calentamiento de la Tierra entre 1,5°C y 2,0°C.

En su reporte, el IPCC advierte que sólo quedan doce años para reducir drásticamente las emisiones de GEI, y así evitar que el calentamiento de la Tierra sobrepase la meta acordada. Sin embargo, de continuar en la actual trayectoria de emisiones, la temperatura sobrepasará este límite entre 2030 y 2052, o quizás antes.

La temperatura promedio global ya ha aumentado en 1,0°C respecto de la época preindustrial. El reporte señala, que hay evidencia en el aumento de la intensidad y frecuencia de eventos climáticos, y de que el calentamiento producido por los GEI, ya emitidos desde la época preindustrial, persistirá por siglos.

Un calentamiento promedio de la Tierra por sobre 1,5°C, aumentará la probabilidad de ocurrencia e intensidad de olas de calor, sequías, fuertes lluvias, aluviones, huracanes, entre muchos otros potenciales impactos. De hecho, los días extremadamente calurosos, como los que ya se han experimentado en las épocas de verano, se volverán más severos y comunes, aumentando las muertes relacionadas con el calor y causando más incendios forestales.

Para cumplir con la meta de 1,5°C se requerirán de crecientes reducciones netas de GEI, empezando en 2020, y alcanzado un 45% en 2030, respecto de los niveles de 2010, llegando en 2050 a ser nulas. La meta de 2,0°C, por su parte, entrega un poco más de holgura, ya que requiere reducciones de 25% en 2030, llegando a cero en 2070.

Por su parte, el precio de carbono coherente con una meta de 1,5°C, es unas tres o cuatro veces más alto que para un objetivo de 2°C, unos US$30/tCO2 según W. Nordhaus, académico de la Universidad de Yale.

La transición energética jugará un rol fundamental, pues, el CO2, que representa el 65% del total de las emisiones equivalentes de GEI, proviene principalmente del uso de combustibles fósiles. De ahí que para combatir el cambio climático resulta fundamental transitar hacia otras fuentes de energía que no emitan CO2. La transición hacia estas fuentes no es una tarea simple, pues, más del 80% de la energía consumida globalmente proviene del uso de los combustibles fósiles, poco más de un 10% corresponde a energía renovable y el resto es energía nuclear.

Por su parte, el recién publicado Escenario de Desarrollo Sostenible de la Agencia Internacional de Energía (IEA), advierte que no sobrepasar el límite de 2°C implicaría que las emisiones de CO2 provenientes del sector energía deben alcanzar su máximo alrededor del 2020 y luego descender sostenidamente. Ello requerirá reducir gradualmente el uso de los combustibles fósiles hasta alcanzar un 12% en 2030 y casi un 30% en  2040.

La infraestructura energética actual y en construcción en todo el mundo — por ejemplo centrales termoeléctricas, refinerías, vehículos, calderas industriales y calentadores domésticos— consumiría casi el 100% del stock en la atmósfera compatible con las metas climáticas, lo que implica, que ya no queda espacio para más emisiones provenientes de nuevas centrales termoeléctricas.

La buena noticia es que los desarrollos tecnológicos y la pretensión de China de dominar la industria de las energías renovables, han hecho crecientemente competitiva a las turbinas de viento y a los paneles solares en contra del carbón y el gas natural. Los menores precios de las energías renovables permitirán reducir el uso de combustibles fósiles, pero no con la rapidez y profundidad que se requiere. Además, la generación de las centrales eólicas y solares al no poder controlarse, ya que su generación depende de la disponibilidad del viento o de la luz solar, requerirá de generación termoeléctrica de respaldo. Esto sería necesario hasta que las baterías sean una opción comercialmente competitiva.

Por otra parte, la tecnología de captura y secuestro de carbono en centrales termoeléctricas — a una escala masiva— aún no está disponible, de este modo, es cada vez más necesario capturar el CO2 presente en la atmósfera por la vía de la forestación, pues, también se requerirá remover parte del carbono ya alojado en la atmósfera.

La adopción del transporte eléctrico también juega un rol fundamental en las políticas climáticas, ya que, una parte importante de las emisiones de CO2 asignadas al sector energía, provienen del uso de combustibles fósiles en el transporte.

Las políticas climáticas en Chile

En Chile el enfoque ha estado en la mitigación de emisiones de CO2. Chile comprometió reducciones en el Acuerdo de París. La meta se estableció en términos de reducir en 30% el índice de emisiones por unidad de PIB en 2030, respecto de su valor en 2007.

Sin embargo, las reducciones en las emisiones de CO2 en el país, más que un resultado de las políticas energéticas y climáticas locales, obedecen al cambio tecnológico mundial que se está produciendo como consecuencia natural de la sostenida reducción en los precios de las centrales de energía renovable.

Las proyecciones para la próxima década indican que se construirán mayoritariamente centrales eólicas y solares fotovoltaicas (FV). En 2021 estas centrales representarían en promedio cerca del 20% del total de la energía generada, llegando a 30% en 2025, y sobrepasando el 40% en 2030, situación que se refleja en una reducción importante en las emisiones de CO2, pero que, como contraparte, resulta en la construcción de cerca de 3.000 km de nuevas líneas y en costosos respaldos de centrales termoeléctricas, principalmente a carbón.

Chile también dispone de importantes recursos renovables hídricos y geotérmicos que podrían competir con la generación eólica y solar. La generación de electricidad proveniente desde estas fuentes tiene la ventaja de ser mucho más estable, y por tanto, requería de menores respaldos termoeléctricos. Además, el bombeo hidráulico también es una buena alternativa de almacenamiento, por el momento más barata que las baterías.

En un escenario con alta penetración de energía renovable, particularmente generación eólica y solar FV, acompañada de apoyos termoeléctricos, las reducciones adicionales de carbono, podrían provenir del gas natural de la provincia de Neuquén en Argentina, que podría ser una buena opción que permita reemplazar al carbón en la generación de electricidad, ya que el gas emite la mitad carbono que una central a carbón.

Conclusiones

Así las cosas, estabilizar la temperatura entre 1,5°C y 2°C pareciera ser una opción poco viable, aun si se cumplen los compromisos adquiridos por los países en el Acuerdo de París.

Nuestro país es altamente vulnerable al cambio climático. De hecho, Chile cumple con siete de las nueve características enunciadas por la UNFCCC que propician esta condición: posee áreas costeras de baja altura, zonas áridas y semiáridas, zonas de bosques, territorio susceptible a desastres naturales, áreas propensas a sequía y desertificación, zonas urbanas con problemas de contaminación atmosférica, y ecosistemas montañosos.

La vulnerabilidad de nuestro país y la inminencia de que el calentamiento del planeta continuará, sugieren que el énfasis debería estar en adaptarse a los potenciales impacto del cambio en el clima. Por ejemplo, el país debería prepararse para una mayor profundidad y frecuencia de sequías, incendios forestales y aluviones. Sin embargo, no se aprecian avances significativos en esta línea.

Cristián Marcelo Muñoz

Es Fundador de Breves de Energía, Profesor Asociado Adjunto en el Departamento de Ingeniería Eléctrica de la P. Universidad Católica de Chile, Profesor del Diplomado de Regulación en la Universidad de Chile y Perito Experto en Energía.

Sus recientes investigaciones se enfocan en la Economía de la Energía y el Medio Ambiente en donde es autor de más de 20 artículos académicos publicados en revistas nacionales e internacionales.

Ha sido Profesor Visitante en el Program on Energy and Sustainable Development (PESD) en Stanford University y Lecturer Professor en esa universidad.

Con más de veinte años de experiencia en el sector de electricidad. Durante los noventa, en representación de AES Gener, integró los Directorios del CDEC-SIC y CDEC-SING. Fue Gerente de Regulación y Cambio Climático en AES Gener hasta el primer trimestre de 2018.

Email de contacto cmmunozm@brevesdeenergia.com.

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