La quiebra de la compañía de energía One Select en UK fue una mala noticia para los clientes a quienes suministraba gas y electricidad. Una tendencia al alza en un país dónde ocho proveedores fracasaron el año pasado, sin contar otros cuatro que salieron a través de transacciones corporativas, y hasta diez más que podrían seguir este ejemplo.
El problema radicaría en las bajas garantías requeridas a los nuevos generadores que ofrecen suministro, ha impulsado un rápido aumento en el número de proveedores, algunos de ellos de dudosa calidad, de 14 en 2011 a 73 en junio del año pasado.
Los nuevos generadores utilizan agresivas estrategias y en caso de fallar, el suministro es absorbido por los generadores incumbentes. En buenas cuentas, los generadores compran una opción de suministro a un muy bajo precio y con insuficientes garantías, situaciones que también se han detectado en Chile.
En cuánto a la industria de los vehículos eléctricos, China se consolida como el primer mercado mundial en producción y ventas. El empuje del sector es una prioridad para Beijing, que a partir de este año pone en marcha un ambicioso sistema de cuotas, que obliga a todos los fabricantes a dedicar una parte de su producción a los vehículos eléctricos.
Durante los primeros nueve meses de 2018 en China se vendieron 721.500 vehículos eléctricos, un 81% más que el mismo período del año anterior, hace tres años esta cifra era solo de 331.000. En términos concretos, se sitúa por ventas en el primer lugar mundial, pero esta cifra supone apenas un 3% del total de vehículos vendidos en el país.
Sin embargo, la falta de infraestructura para cargar a los vehículos eléctricos se está transformando en una importante barrera. Por ejemplo, España necesita elevar el parque de puntos de recarga ante la demanda que se avecina con los vehículos eléctricos. De hecho necesita 220.000 conexiones, para lograr las metas de reducción de emisiones marcadas por el Parlamento Europeo para 2025. Actualmente circulan por las calles de este país unos 40.000 vehículos eléctricos e híbridos, y el no realizar los cambios en infraestructura puede atentar contra el desarrollo de esta industria.
Con la intención de anticiparse a los nuevos requerimientos del Gobierno, las principales eléctricas lanzaron sus planes a fines de 2018. El objetivo será tener un punto de recarga cada 100 kilómetros.
Las celdas de hidrógeno aparecen como una solución cada vez más atractiva. China quiere desarrollar a gran escala la energía de hidrógeno para el transporte masivo. Por eso, en Guandong se instalaron compañías, atraídas por los subsidios gubernamentales, que producen autobuses y camiones pequeños, los que utilizan celdas de combustible que funcionan con hidrógeno. Estos vehículos tienen un motor que funciona con electricidad, la diferencia es que la corriente eléctrica proviene de celdas de hidrógeno.
Una celda de hidrógeno reproduce una electrólisis. Esto implica que el hidrógeno gaseoso entra al ánodo de la celda y al reaccionar con una membrana de platino libera parte de sus electrones, produciendo una corriente de electricidad. Por su parte, los iones de hidrógeno pasan al cátodo a donde llegan los electrones y al combinarse con el oxígeno da como resultado vapor de agua. Este proceso puede revertirse y ocuparse para producir hidrógeno gaseoso a partir de generación con centrales renovables.
Por último, los Estados Unidos instalarán en 2019 el primer parque eólico en el mar y se estima que no será el único. El proyecto llamado Vineyard Winds generará 800 MW. Ubicada al sur de Massachusetts, conectará con la red eléctrica en Nueva Inglaterra. Lo destacable de esta parque son los US$74/MWh que cobrará y que en una segunda fase del proyecto caerán a sólo US$65, valores competitivos con el carbón y el gas natural, pero sin emisiones de carbono.