El gobierno de Francia planea incrementar la trayectoria del impuesto al carbono (carbon tax) a partir de 2018. La iniciativa implicará que el precio al carbono llegará a 65 euros por tonelada de CO2 emitida en 2020. Con la mayor recaudación, el Gobierno espera repagar la deuda en que incurrió la empresa estatal Électricité de France (EDF), a fin de cubrir los subsidios destinados al fomento de las energías renovables.
En 2015, bajo una ley para la transición energética, ya se había definido una trayectoria que incluía un impuesto de 30.5 euros en 2017 y que llegaba a 100 euros en 2030.
En Francia todo tipo de energía que emita carbono es grabada con el mismo carbon tax, con algunas excepciones, por ejemplo la aviación internacional, la agricultura y algunos tipos de transporte de carga. El carbon tax está integrado en los impuestos aplicados a la energía. Cabe señalar que cerca del 75% de la generación de electricidad en Francia proviene de energía nuclear, de este modo, el impuesto no afecta de manera importante la tarifa final de electricidad.
En Chile por ejemplo, el carbon tax es de 5 dólares por tonelada emitida y se aplica sólo a algunas fuentes emisoras de carbono, principalmente a las centrales termoeléctricas. Además, se aplica a la tonelada emitida y no directamente al combustible, situación más engorrosa de fiscalizar y de medir. Del mismo modo, el nuevo plan de reducción de emisiones insiste principalmente en reducciones de emisiones en la generación de electricidad, dejando prácticamente sin gravamen a las emisiones de carbono provenientes del transporte y de la industria.