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Por Denisse Salinas

En julio del 2012 Australia introdujo un carbon tax, como medida para regular las emisiones de CO2. A fines del 2013, sin embargo, el nuevo gobierno decidió revocar el carbon tax y revisar sus metas de energía renovable, como una forma de responder al descontento surgido por los costos que está implicando la agenda climática.

Australia forma parte del grupo de países desarrollados que en 1997 aceptaron compromisos vinculantes de mitigación de gases de efecto invernadero (GEI), los llamados “Países Anexo 1”. Australia se comprometió a limitar el crecimiento de sus emisiones de CO2 para que durante el período 2008-2012 no crecieran en más de 8% respecto de las emisiones de 1990 (año base). Posteriormente, en la Conferencia de las Partes de Durban de 2011, los países “Anexo 1” acordaron un segundo período de Kioto entre 2013 y 2019. Como complemento, Australia también se impuso que al 2020, el 20% del suministro eléctrico sea provisto por energías renovables no convencionales (ERNC). Cabe mencionar que en Australia, más de un 90% de la electricidad se genera con combustibles fósiles, y el carbón representa del orden del 70%.

La eliminación del Carbon Tax

En concordancia con su compromiso adquiridos, primero en Kioto y luego en Durban, Australia reguló las emisiones de CO2 e introdujo una política de fomento a las energías renovables no convencionales (ERNC). Es así, que el gobierno impulsó un programa de políticas públicas llamado “Direct Action Plan” cuyo objetivo fue reducir emisiones de manera eficiente y a bajo costo. Para entregar la señal adecuada el gobierno escogió una regulación consistente en un carbon tax. Este impuesto a las emisiones de carbono debe ser pagado por las empresas que emiten más de 25.000 toneladas de CO2e al año y comenzó a operar en julio del 2012. El impuesto grava a las 500 empresas más grandes de Australia.

La regulación estableció un precio inicial de AUD23/tCO2 emitida (unos USD21/tCO2) en el año 2012, que se incrementan anualmente en 5%. Luego, a partir del 1 de julio del 2015 el precio pasaría a ser flexible y fijado por el mercado a través de un mecanismo de permisos transables (cap and trade).

En enero de 2013 y luego de los primeros seis meses de la aplicación de este impuesto, el “Australian Industry Group” hizo una encuesta respecto de los resultados del carbon tax. Las empresas encuestadas señalaron que el costo de la energía se había incrementado en 14.5%. Alrededor del 50% de las empresas consultadas informaron aumentos en sus costos de producción. Los principales sectores afectados fueron el manufacturero, la construcción y el de alimentos.

A fines del 2013, sin embargo, el nuevo gobierno Australiano de Tony Abbott decidió revocar el carbon tax a partir de julio 2014, para responder al descontento por los costos de la agenda climática. Se le critica al carbón tax el ser regresivo — afectó en mayor proporción a la población de menores ingresos y a las pequeñas empresas intensivas en el uso de energía, principalmente debido al aumento de los precios de la electricidad y gas.

El principal objetivo de este impuesto, que fue la reducción significativa de las emisiones de carbono, tampoco se logró. De hecho, el Quarterly Update of Australia’s National Greenhouse Gas Inventory: Decembre 2013, reportó que las emisiones de CO2e fueron, en millones de toneladas, de 540 en el periodo 2009-10; 542 en el periodo 2010-11 y 544 en el periodo 2011-12.

Reducciones de cuotas de energía renovable

La meta de 20% de la generación con energías renovables en 2020 es un objetivo fijo en gigawatts-hora (en lugar de un porcentaje de la generación total de electricidad), para proporcionar certidumbre a los participantes del mercado. Desde 2001 el gobierno Australiano ha implementado políticas para fomentar las ERNC, (Renewable Energy Target, RET) desde la obligación de comprar energía desde este tipo de fuentes, mecanismo introducido en 2002 y hasta la introducción, en 2009, de un subsidio en la forma de feed-in tariff, es decir, los costos adicionales que implica el suministro de este tipo de tecnologías son pagados directamente por los consumidores a través de un cargo especial en sus cuentas de electricidad. Durante la última década estos subsidios crecieron rápidamente teniendo un efecto significativo en los precios de la electricidad. Algunas estimaciones indican que entre 2001 y 2010 se pagaron subsidios por cerca de AUD12.000 millones por la capacidad de ERNC (del orden de USD11.000 millones). El 87% fue pagado directamente por los consumidores y el precio promedio de la tonelada de CO2 abatida con ERNC fue de AUD76/tCO2(USD67/tCO2), muy por encima del valor del certificado de reducción de emisiones en Europa.

Durante 2014, el gobierno Australiano también revisará la meta de ERNC al 2020. Esto en el marco del compromiso adoptado por la nueva administración para aliviar al consumidor y las empresas moderando el alza de los precios de la electricidad. En particular, la revisión estudiará la contribución de estas metas en la reducción eficiente de emisiones, en asegurar que las fuentes de energía renovable sean ecológicamente sustentables y en aminorar el impacto en las cuentas de electricidad de la industria manufacturera y de los clientes residenciales. Otro motivo es que la meta fue establecida en energía (en gigawatt-hora), en vez de un porcentaje de la generación total. Cuando se estimó en 2007 la energía que representaría la meta del 20%, la proyección de la demanda era mayor que las actuales proyecciones. Según ello, en términos actuales, para el 2020 esta cantidad de energía representaría más del 20%. La revisión de las metas y de los subsidios ha puesto en alerta a la industria de ERNC, la que ha amenazado con reconsiderar sus futuras inversiones en Australia.

El actual gobierno chileno, dentro del marco de la nueva reforma tributaria, está promoviendo un carbon tax con un valor inicial de USD5/tCO2. El gobierno confía en que este nuevo cargo a la generación termoeléctrica no se traducirá en un alza en los precios de la energía. La estrategia del gobierno también apuesta a que la incorporación masiva de las ERNC aliviará las cuentas de electricidad. La experiencia Australiana parece indicar lo contrario. Por un lado, enseña que un carbon tax implica a la larga un mayor costo que le será trasferido a las industrias y a los consumidores. Por otro, que las metas de ERNC no ayudan a bajar los precios de la electricidad; por el contrario, los aumentan.


Denisse Salinas
Energy analyst, en 1Circle, Melbourne Australia.
Ingeniero Comercial de la Universidad Técnica Federico Santa María, MBA de la Universidad de Chile y Master of Energy Systems de la Universidad de Melbourne.

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