Por Cristián Marcelo Muñoz
El Gobierno anunció el retiro de algunas centrales a carbón como una política para reducir emisiones de carbono. Previo a su retiro estas centrales podrán ser consideradas como parte de la reserva del sistema y continuarán recibiendo ingresos por potencia.
El Gobierno presentó a inicios de junio el Plan de Descarbonización para el país, que contempla el retiro de ocho centrales a carbón en los próximos cinco años, con el fin de avanzar en la meta del retiro total al 2040. Esto se habría logrado gracias al acuerdo con las empresas AES Gener, Colbún, Enel y Engie a través de la Mesa de Descarbonización.
Las autoridades han informado que hacia el final de la primera etapa del Plan, es decir el año 2024, habrán cesado sus operaciones ocho de las termoeléctricas más antiguas del país, ubicadas en las comunas de Iquique, Tocopilla, Puchuncaví y Coronel. Estas representan en su conjunto poco más del 20% de la capacidad instalada de centrales a carbón en el país, que totalizan 28 centrales con 18 años promedio de operación y que en 2018 alcanzaron cerca del 40% del total de la generación eléctrica del país.
El acuerdo entre el Gobierno y las empresas considera varios aspectos, entre ellos, la definición de un estado de reserva especial, y un eventual despacho en condiciones de déficits importantes, asociado a una muestra de los casos más extremos, de aquí que las centrales deberán estar disponibles para partir con un aviso previo de 60 días corridos. De este modo, el cese de las operaciones y su posterior retiro están sujetos a que se realicen las modificaciones en la normativa que precisa el acuerdo.
Así las centrales que conforman esta primera parte del Plan, no serán retiradas inmediatamente del sistema, si bien cesarán sus operaciones, podrán entrar al llamado Estado de Reserva Estratégica (ERE) por hasta cinco años. El paso al ERE de la unidad deberá ser solicitado por el generador y aprobado por el Coordinador Eléctrico Nacional (CEN), en la medida que se cumplan criterios de afectación que serán establecidos en la normativa.
El ERE es un nuevo estado que deberá ser definido a más tardar en enero de 2021 en el Reglamento de Transferencias de Potencia entre Empresas Generadoras. La idea es que estas centrales en reserva continúen recibiendo una parte, de sus ingresos por potencia. De ahí que la definición de este nuevo estado implicará una reasignación de los ingresos de potencia que reciban los generadores. Sin embargo, el acuerdo con el Gobierno indica que mientras las unidades se mantengan en el estado de reserva, el ERE deberá ser considerado como un estado deteriorado para efectos del cálculo de la potencia equivalente, la cual será igual a un porcentaje de su potencia máxima. Adicionalmente, en el período en que la central sea despachada sus ingresos por potencia corresponderán al estado operativo en que se encuentre la máquina. En buenas cuentas, la central que esté en este estado de reserva seguirá recibiendo una parte importante de sus actuales ingresos de potencia, sin embargo, no estará sujeta a los exigentes requerimientos operaciones de cualquier otra central del sistema.
Cumplido el período del ERE, el retiro final de la unidad podría producirse entre los tres a cinco años siguientes; sin embargo, este período de reserva podría extenderse previa aprobación del CEN y ante requerimientos de seguridad de suministro.
Las primeras centrales que podrán entrar en el ERE durante 2019 serán las unidades 12 y 13 de Tocopilla, las que iniciaron su operación hace 36 y 34 años, respectivamente, y que en su conjunto suman una potencia instalada de 171 megawatts. La central Tarapacá de 158 MW entrará en este estado en mayo de 2020; Ventanas 1, de 114 MW, en noviembre de 2022; Bocaminas 1, con 128 MW, en diciembre de 2023; y finalmente, en mayo de 2024 pasarán a ser parte del ERE las centrales Ventanas 2, de 208 MW, y las unidades 14 y 15 de Tocopilla con 136 y 132 MW, respectivamente.
Reducción de emisiones de carbono
En 2018, cerca del 40% de la generación total provino de centrales a carbón. Así, AES Gener contribuyó con el 67% de la generación a carbón, mientras que Engie, Enel y Colbún con el restante 33%.
Las centrales que entrarán al estado de reserva se encuentran entre las centrales a carbón más ineficientes o caras del sistema. Actualmente el costo variable de estas unidades fluctúa entre 47 y 70 dólares por cada megavatio-hora de generación, es decir, valores que son entre 35% y 100% más altos que la nueva central Infraestructura Energética Mejillones (IEM), de propiedad de Engie, la central a carbón más eficiente del sistema y que ingresó a fines de mayo de este año.
Si bien se retirará la quinta parte de la capacidad instalada de las actuales centrales a carbón, todo indica que el impacto de esta medida en la reducción de emisiones de CO2 no será muy significativo. En efecto, con la excepción de Ventanas 2, que opera en gran medida a causa de la activación de restricciones de seguridad de servicio en la Región de Valparaíso, la generación del resto de las centrales que entrarán al ERE representa un porcentaje menor de la generación a carbón del país.
En 2018, las centrales que entrarán al ERE sólo representaron el 13% del total de la generación a carbón del sistema, y sin Ventanas 2 sólo el 8%, mientras que el 50% de la generación con este combustible se explicó solo por ocho centrales termoeléctricas, ninguna de ellas en la lista de las unidades anunciadas por el Gobierno. Cabe mencionar que estas centrales ya cuentan con restricciones operacionales, al estar ubicadas en zonas ambientalmente saturadas, como Tocopilla, Puchuncaví y Coronel.
Una descarbonización eficiente
La descarbonización implica la reducción de emisiones de CO2, por lo tanto un menor uso de los combustibles fósiles, de aquellos más intensivos en las emisiones de CO2 como el carbón. Sin embargo, en los últimos diez años la generación termoeléctrica en Chile ha aumentado cerca de un 30% y, en particular, la generación a carbón se ha duplicado, rayando en el 40% de la generación.
Es más, la entrada de la nueva central de la francesa Engie en Mejillones, podria no ser coherente con las metas de reducción del país, pues al ser una central a carbón eficiente, será despachada con prioridad por sobre el resto de las centrales a carbón y, en consecuencia, generará anualmente casi el doble de toda la generación conjunta de las ocho centrales en proceso de cierre.
La buena noticia es que una reducción significativa y eficiente de emisiones podrá venir del rápido reemplazo del carbón por otras fuentes más limpias y más baratas. En efecto, de continuar la tendencia a la baja del precio de las tecnologías de generación renovable, se espera que en los próximos años estas fuentes sean de menor costo incluso que las centrales a carbón eficientes ya instaladas en el sistema.
Sin embargo, la generación volátil e intermitente de las centrales eólicas y solares fotovoltaicas, continúa haciendo necesario el respaldo proveniente de las centrales a carbón más eficientes del sistema. En este sentido, el gas de Argentina podría hacer la diferencia, ya que debido a sus bajos precios, a los generadores les está resultando más barato operar con las centrales a gas existentes, las que emiten la mitad de CO2 que las unidades a carbón. El reemplazo de carbón por gas podría ser incluso mayor si el Coordinador considerara en el despacho de las centrales sus costos ambientales. Asimismo, Chile también puede hacer uso de sus abundantes recursos hidroeléctricos y potenciar el bombeo con esta fuente para dar respaldo a las centrales renovables eólicas y solares.
Chile ha adquirido compromisos relevantes en materia de reducción de emisiones de CO2, por lo tanto para cumplirlos deberá reducir de manera importante el uso de combustibles fósiles. En definitiva, más que cerrar termoeléctricas ineficientes, pareciera más indicado avanzar en una correcta definición del precio del carbono coherente con los compromisos de reducción que el país ha tomado, sin olvidar que una política climática redundará finalmente en el aumento de los precios de la energía.
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