Es responsable del 10% de la emisión global de óxidos de nitrógeno (agrupados como NOx), emite muy poco material particulado (MP) y óxidos de azufre (SOx), en relación a otros combustibles fósiles. Además, por unidad de energía, emite casi la mitad de CO2 que el carbón, y un 20% menos que el petróleo. Se trata del gas natural, que una publicación de la Agencia Internacional de Energía (IEA) califica como el combustible fósil que menos daño causa en el medio ambiente y el clima, convirtiéndolo en el complemento ideal de las energías renovables no despachables, principalmente generadores eólicos y solares fotovoltaicos.
No hay que perder de vista, sin embargo, la pérdida de éste durante su extracción, procesamiento y transporte a sus lugares de uso, lo que libera a la atmósfera metano (CH4), segundo gas de efecto invernadero (GEI) en importancia y que constituye poco más del 80% de dicho combustible fósil. Esto representa uno de los principales problemas levantados por los grupos ambientalistas que se oponen a la explotación del shale gas en los Estados Unidos.
Pero, ¿qué tan relevante es este problema?
Es conocido que los GEI se expresan según sea su potencial de calentamiento global, es decir, cuánta energía pueden absorber durante su permanencia en la atmósfera. De este modo, cada tonelada de GEI tiene un equivalente en toneladas de CO2. Sin embargo, esta conversión no es sencilla, ya que dependerá de cuánto tiempo se considere al calcular la equivalencia. Si, por ejemplo, se estima un horizonte de 20 años, el calentamiento que producirá una tonelada de CH4 será equivalente a tener entre 84 y 87 toneladas de CO2 en la atmósfera, mientras que, para 100 años, sería de 28 a 36 toneladas de CO2.
El estudio de la IEA, en este sentido, trae buenas noticias, pues muestra que la filtración de metano es en promedio solo el 1,7% del gas producido. De hecho, si se incluye este impacto, de todos modos, quemar gas sigue siendo más beneficioso que usar carbón.
La segunda buena nueva es que el estudio señala que es posible evitar alrededor del 75% de las fugas de CH4, y la mitad sin costo neto.
En Chile, el gas natural que llega en la forma de GNL (gas natural licuado), aún es caro, si se compara con el carbón, ya que el proceso de licuefacción, transporte y gasificación del gas natural cuesta, al menos, lo mismo que el Henry Hub (índice al cual se transa el gas natural en los Estados Unidos). Este escenario, no obstante, podría cambiar favorablemente, en la medida que Argentina sea exitosa en desarrollar su shale gas.
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