La disponibilidad de petróleo en las centrales termoeléctricas

Un reciente estudio del Coordinador advierte sobre una estrechez en el suministro de electricidad en los próximos meses, agravada por importantes restricciones operacionales en las centrales termoeléctricas a petróleo¹. Según el operador del sistema, en los próximos meses, la tasa promedio diaria de consumo de petróleo podría superar varias veces la capacidad máxima de reposición de este combustible.

Actualmente, la capacidad termoeléctrica a petróleo instalada en el sistema interconectado es de poco menos de 4.000 MW², un poco más de la tercera parte de la demanda máxima de electricidad, es decir, existiría suficiente capacidad instalada en centrales a petróleo como para reemplazar una buena parte de la faltante generación hidroeléctrica. Sin embargo, el estudio del Coordinador advierte que el suministro de petróleo de estas centrales estaría limitado a sólo 3.500 m³/día; volumen muy inferior a lo que el Coordinador estima que se podría requerir en los próximos meses. En términos simples, la limitación operacional sería tan relevante que implicaría que menos del 70% de todo el parque de termoeléctricas a petróleo sería capaz de operar continuamente por 5 horas diarias.

¿Cómo se explica que exista petróleo suficiente sólo para una parte de la capacidad termoeléctrica instalada? Los generadores se justifican en que, de acuerdo a su interpretación, la actual regulación sólo les exigiría estar disponibles para operar en un reducido número de horas en el año: las horas de punta del sistema interconectado; para lo cual – continúa el argumento – sólo bastaría con compras spot a los distribuidores locales de petróleo. Es así que la estrategia comercial de estos generadores consistiría en recibir ingresos sólo por su capacidad de estar disponible en las horas de punta, sin contratos de suministro con clientes finales y abasteciéndose con compras spot de petróleo sólo en caso de que la operación sea inminente. En consecuencia, la inexistencia de contratos de suministro de petróleo explicaría por qué los distribuidores de combustible no han contemplado la necesidad de ampliar sus estanques de almacenamiento, o de contar con una logística de mayor cobertura. En términos concretos, ya sea por una falla en la regulación o por una interpretación de ella por parte de los generadores, la que no estaría exenta de detractores, una parte importante del parque termoeléctrico no tendría combustible para operar.

La restricción en el suministro de petróleo no es algo nuevo, pues se hizo evidente en la década antepasada cuando Argentina abruptamente interrumpió de manera permanente el suministro de gas, y los ciclos combinados debieron transitar rápidamente a una operación en base a petróleo. Sin embargo, en aquella oportunidad, la generación hidroeléctrica era más abundante, la capacidad instalada de centrales a petróleo era menor, y, quizás más importante, a diferencia de la situación actual, los principales generadores eran deficitarios de energía en el spot, de modo que tenían todos los incentivos para solucionar rápidamente la problemática del suministro de petróleo. Es más, hace no más de un año, durante la discusión de los cambios a la norma técnica de regasificación y el rol que jugaría el petróleo como combustible de respaldo, nuevamente aparecieron los temores de potenciales restricciones en la operación continua de las termoeléctricas con este combustible, ya sea por la falta de la logística adecuada, o bien, por las restricciones ambientales³. No obstante estas advertencias, en la planificación de la operación que hace el Coordinador no se han incluido mayores restricciones en la disponibilidad de estas centrales, con el consecuente impacto en el cálculo de los valores económicos del agua en los embalses, que con la excepción de Canutillar⁴, están muy por debajo del costo de operar con petróleo.

El problema de fondo es la necesaria adaptación del sistema eléctrico al cambio en el clima. En efecto, desde hace algún tiempo los impactos de las olas de calor en el sistema interconectado de California, y recientemente el desastre sufrido en Texas, con un colapso total de su sistema eléctrico por varios días, nos han llamado la atención respecto de la urgente necesidad de adaptar el suministro de electricidad al cambio en el clima, el cual viene ocurriendo en nuestro país por más de una década. Sin embargo, poco se ha hecho. Adaptarse, implica que el regulador debe revisar y actualizar a tiempo las normativas del sector y con ello, promover los cambios tecnológicos que se necesiten. También le impone al Coordinador el deber de adelantarse y actualizar sus metodologías de planificación de la operación, algunas de ellas pensadas para otros tiempos y condiciones climáticas.