Por Cristián Marcelo Muñoz

Texas ha transitado rápidamente en su descarbonización, sin embargo, en la reciente ola de frío, su red eléctrica colapsó por varios días. Esta crisis advierte sobre la necesidad de preparar a los sistemas de potencia para el cambio en el clima*.

Texas es uno de los estados más ricos de los Estado Unidos, y es uno de los centros mundiales de la producción de petróleo y gas. Es líder en la promoción de políticas climáticas y energías renovables en los Estados Unidos, con el 30% de la generación eólica de ese país.

En 1999, liberó su mercado de electricidad introduciendo la competencia en el retail de la electricidad. Actualmente cuenta con una capacidad instalada de unos 125 GW con una generación que proviene principalmente de gas natural (47%), carbón (20%), viento (20%) y nuclear (11%), con una demanda máxima de más de 70 GW, unas siete veces la de Chile. Texas no cuenta con interconexiones con otros estados vecinos.

Este estado posee también un mercado spot de generación basado en ofertas, es decir, los generadores ofertan precios de energía y cantidades a generar, de modo que no reciben ingresos por capacidad disponible. El ERCOT, que es el operador independiente del sistema, se encarga de recibir las ofertas y de operar el sistema en forma segura y al menor costo posible.

Además, el retail de electricidad es desregulado, con más de 300 empresas comercializadoras diferentes que abastecen el 75% de la demanda. De esta forma, la comercialización de electricidad a los pequeños consumidores está separada del cobro de la red necesaria para hacer llegar la energía a los consumidores.

El mercado de electricidad de Texas normalmente es citado en la bibliografía técnica por la modernidad de su modelo regulatorio y su impulso a las energías renovables, sin embargo, entre el 15 y 18 de febrero, una buena parte de sus 29 millones de habitantes se quedaron sin electricidad.

Las repentinas corrientes de aire frío provenientes del ártico, provocaron un descenso de las temperaturas bajo los -18°C. Como consecuencia de la ola de frío, una parte importante de las centrales dejaron de operar, debido al congelamiento del suministro de combustible en las centrales termoeléctricas a gas, petróleo y carbón, y al hielo que bloqueó las aspas de las turbinas eólicas.

El aumento de la demanda de electricidad y gas con fines de calefacción empeoró la situación, lo que derivó en que el precio spot de la electricidad sobrepasara los US$9.000/MWh ― a modo de referencia, el precio spot normal es de unos 25 dólares.

¿Cuál fue la causa de esta crisis? Texas, a pesar de su liderazgo en una descarbonización y electrificación acelerada, no se preocupó de adaptar su infraestructura para soportar eventos intensos derivados del cambio en el clima. Los sistemas de potencia están diseñados para operar en ciertas condiciones ambientales, e inevitablemente fallarán si estas condiciones son muy diferentes a las presupuestadas.

El panorama del mercado de electricidad en Chile no se ve mejor al de Texas. La regulación data de hace más de tres décadas y, por lo tanto, su diseño no está pensado para responder a la problemática del cambio en el clima, la cual, según el IPCC involucra dos aristas igual de importantes: transición a energías cero-emisión de CO2 y adaptación de los sistemas de potencia a eventos climáticos críticos similares al ocurrido en Texas.

Con una sequía que lleva más de 10 años, el país, ya está experimentado olas extremas de frío y calor. En el verano de 2017 una ola de calor arrasó con 600.000 hectáreas de vegetación y bosques, amenazando con cortar el suministro de electricidad de varias ciudades. En julio de ese mismo año, una modesta nevada ocurrida en Santiago dejó a gran parte de la ciudad sin electricidad por varios días, dejando al descubierto la precariedad de las redes de distribución.

Según ha prevenido el IPCC, la meta de estabilizar el aumento de la temperatura en 2°C, probablemente no se logrará, con lo cual, se espera que los eventos climáticos severos sean cada vez más frecuentes.

Los reguladores no sólo deben preocuparse de mitigar emisiones, sino que también, y quizás más importante, en un país tan expuesto a eventos climáticos como Chile, deben adaptar la regulación de los mercados de electricidad, a fin de que la infraestructura responda a los desafíos que impone el cambio en el clima.

Notas

* Agradecimientos a Ignacio Núñez, Juan José Chávez y José Manuel Contardo por sus valiosos comentarios.

Cristián Marcelo Muñoz

Fundador de Breves de Energía. Email de contacto cmmunozm@brevesdeenergia.com.

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