Por Cristián Muñoz y Alexander Galetovic →

Este verano los incendios quemaron alrededor de 600.000 hectáreas de bosques en el centro y sur de Chile. Es un buen momento para apreciar la magnitud de nuestros bosques y redefinir nuestras prioridades.*

Durante enero y febrero se quemaron alrededor de 600.000 hectáreas de bosques en el centro y sur de Chile. Ya se ha dicho que 600.000 hectáreas es 7 u 8 veces la superficie urbanizada de Santiago, lo que pone en perspectiva la magnitud de la catástrofe. Sin embargo, quizás es aun más interesante saber que se quemó poco menos del 3,5% de la superficie cubierta por bosques en Chile. Esto confirma que los incendios fueron enormes, pero también sugiere que la superficie cubierta por bosques es considerable.

 

En efecto, el cuadro muestra el área cubierta por bosques en cada región de Chile en 1997, 2011 y 2016, según los catastros vegetacionales que la Corporación Nacional Forestal (Conaf) ha venido desarrollando continuamente desde 1993. Entre 1997 y 2016 la superficie total de bosque, incluyendo nativo y plantaciones, aumentó desde 15,6 millones de hectáreas (alrededor del 21% de la superficie de Chile continental) hasta poco más de 17,5 millones (poco menos del 24% de la superficie). Más del 80% de dicha superficie de bosque es nativo, mientras que las plantaciones son poco más del 17% y el resto son hectáreas mixtas. Un 55% del bosque nativo está compuesto por lenga, coihue, roble y raulí, mientras que más del 90% de las plantaciones forestales son pinos y eucaliptus. La proporción entre bosques nativos y plantaciones no ha variado mucho durante los últimos 20 años.

 

Parte del aumento entre 1997 y 2016 de la superficie cubierta por bosques se debe a que con el paso del tiempo ha ido aumentando la precisión de las fotografías que se usan para catastrar el territorio. Al mismo tiempo, la ley 20.283 cambió la definición de “bosque”: si antes se definía que una hectárea es “bosque” si el 25% o más de su superficie estaba cubierta por árboles, ahora basta con 10%. Seguramente, una buena parte del aumento de la superficie cubierta por bosque nativo registrado en las regiones de Valparaíso, O’Higgins y Rancagua entre 2011 y 2016 obedece al cambio de definición de la ley.

 

Como sea, el catastro vegetacional de Conaf corrige dos impresiones un tanto erradas, pero que quizás se escuchan con cierta frecuencia. Una es que en Chile la superficie de bosques ha ido cayendo. El catastro sugiere, por el contrario, que la superficie cubierta por bosques podría haber aumentando. La segunda impresión es que las plantaciones forestates han sustituido bosque nativo. Aunque los catastros muestran que la superficie plantada creció poco más de 900.000 hectáreas, ésta no parece haber aumentado a costa del bosque nativo.

¿Es Chile un país forestal? Hay al menos dos maneras de comparar a Chile y el resto del mundo. Una es mediante la fracción del territorio cubierta por bosques. El Gráfico 1 muestra la fracción del territorio cubierta por bosques de 235 países en 1997 y 2015 según los World Development Indicators del Banco Mundial. Tal como se aprecia en el gráfico, Chile (punto rojo) no es particularmente boscoso: como se vio, en 1997 el 21% de la superficie estaba cubierta por bosques, fracción que había aumentado a 24%. Por contraste en el mundo (punto más oscuro) alrededor del 30% del territorio está cubierto por bosques, fracción que no ha variado durante los últimos 20 años. En realidad, Chile está entre el primer cuartil (11%) y la mediana (31%) del mundo.

 

Al mismo tiempo, los puntos amarillos en el gráfico muestran que Chile es una combinación de territorio casi sin bosque (Coquimbo al Norte) y, (con la excepción de Magallanes y la Región Metropolitana) regiones más boscosas que la media y la mediana del mundo (Valparaíso al Sur). En realidad, en las regiones de Biobío, La Araucanía, Los Lagos y Los Ríos, más de la mitad del territorio está cubierto por bosques, buena parte nativos.

La segunda manera de comparar a Chile y al resto del mundo es mediante las hectáreas de bosque por habitante. Tanto en 1997 como en 2015, Chile (el punto rojo) tenía alrededor de 1 hectárea de bosque por habitante. Por contraste, en el mundo tiene apenas 0,5 hectáreas de bosque por habitante (menos que las 0,7 hectáreas por habitante en 1997) y la Unión Europea sólo 0,3 hectáreas por habitante. En realidad, tanto en 1997 como en 2015 más de tres cuartos de los países tiene menos hectáreas de bosques por habitante que Chile.

 

Las hectáreas de bosque por habitante son más que un indicador comparativo, porque los árboles absorben CO2eq para crecer. En una Breve reciente, Ignacio Núñez mostró que nuestros bosques absorben alrededor del 50% del CO2eq que emitimos. Por eso, Chile está entre los países que emite menos CO2eq por habitante en el mundo. Esto se debe a que, tal como sugiere el Gráfico 2, cada chileno vive con una hectárea de bosque. A pesar de este hecho, y posiblemente siguiendo el ejemplo de la Unión Europea, en París nos comprometimos a reducir nuestras emisiones brutas1, es decir, aquellas que no toman en cuenta el CO2eq que capturan nuestros bosques.

 

Quizás sea hora de cambiar de política. En vez de embarcarnos en el plan de mitigación de emisiones brutas de CO2eq que acaba de anunciar el gobierno, y que requiere invertir US$1.400 millones anuales, más de 30 veces el presupuesto anual que maneja Conaf para combatir incendios, tal vez convenga imponernos una meta de emisiones netas. De hecho, MAPS afirma que reforestando se pueden capturar anualmente hasta unos 6 millones de toneladas de CO2eq (alrededor del 15% de las emisiones netas de Chile) a no más de US$5 cada tonelada, algo menos que el actual impuesto a las emisiones de carbono.

Notas

  1. Medidas por el índice de emisiones brutas por unidad de producto.

Cristián Muñoz y Alexander Galetovic

Editores de Breves de Energía.

* Agradecemos los valiosos comentarios de Eliana Chong.

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