Una batería recargable está compuesta de celdas, cada una de las cuales tiene tres componentes: un electrodo positivo (cátodo), un electrodo negativo (ánodo) y un químico llamado electrolito que los separa.
En las baterías de ion-litio, el cobalto es la materia prima más utilizada como cátodo, principalmente en la forma de óxido de cobalto-litio (LiCoO2). Su procedencia: la República Democrática del Congo (RDC), con el 54% de la producción mundial y uno de los países más pobres del mundo. RDC posee cerca del 50% de las reservas mundiales de cobalto, seguido muy de lejos por Australia con el 14%.
En RDC (Kinshasa), el cobalto es extraído artesanalmente, mientras que en la mayoría de los otros países el cobalto se extrae como subproducto del cobre o el níquel. Por su parte, China, el principal comprador, es también el mayor productor de cobalto refinado, con un 77% que se espera llegue al 90% en 2020.
Las baterías de ion-litio han experimentado un fuerte auge debido a su creciente uso en vehículos eléctricos y como sistema de almacenamiento en redes eléctricas prestando apoyo a la generación de centrales eólicas y solares fotovoltaicas, lo que hace prever que al 2020 se duplique la demanda por cobalto. Sin embargo, algunos analistas advierten que la falta de nuevos proyectos en la RDC y el consecuente déficit mundial del mineral, podría retardar el uso masivo de baterías ion-litio. Esto explica que el precio del cobalto se haya casi cuadruplicado en los últimos 5 años.
El níquel asoma como alternativa, como lo demuestra un reciente anuncio de la General Motors (GM), la cual informó tener una nueva batería con menos cobalto y más níquel, y una consecuente reducción de los costos en 30%.
Otra señal en la misma dirección la dio la compañía minera BHP Billiton, al revelar su intención de ser líder mundial en el suministro de sulfato de níquel.
Cristián M. Muñoz
Fundador de Breves de Energía.
Correo de contacto: cmmunozm@brevesdeenergia.com
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