Por Cristián Marcelo Muñoz

Si bien, el retiro de algunas unidades a carbón tendrá un impacto modesto en las emisiones de carbono, es un buen inicio para resolver el problema de fondo: penalizar en el despacho y en la asignación de potencia a las centrales que dañan el clima.

El reciente anuncio de Enel del cierre de la unidad N°2 de la central Bocamina, ha puesto nuevamente en las noticias el Plan de Descarbonización del Gobierno. El acuerdo presentado a inicios de junio de 2019 contempla el retiro de las primero ocho centrales a carbón al 2024, con el fin de avanzar en la meta del retiro de todas las unidades al 2040. Esto se habría logrado gracias al acuerdo con las empresas AES Gener, Colbún, Enel y Engie a través de la Mesa de Descarbonización.

El acuerdo incluía a las unidades 12, 13, 14 y 15 de Tocopilla de propiedad de Engie; a las unidades 1 y 2 de Ventanas de AES Gener, y la unidad 1 de Bocamina y la central de Tarapacá, ambas de propiedad de Enel. Las unidades 12 y 13 de Tocopilla y la central Tarapacá, ya fueron retiradas a fines de 2019, mientras que el resto deberían ser retiradas o incorporadas a un Estado de Reserva Estratégico (ERE) ― estado operacional especialmente creado para tal efecto ― antes de 2024. Si bien, la unidad 2 de Bocamina, con menos de diez años de operación no estaba incluida en este grupo de ocho centrales, acaba de ser incluida por Enel, la que planea retirarla en mayo de 2022. De este modo, las nueve unidades suman en total poco menos de 1.400 MW.

Con la excepción de la unidad 2 de Bocamina, el resto de estas unidades cuentan con más de treinta años de operación, están entre las centrales a carbón más ineficientes y contaminantes del sistema y peor aún, se encuentran en zonas ambientalmente delicadas. La siguiente figura muestra el orden de prioridad en el despacho de las centrales a carbón, en rojo se muestra a las unidades que forman parte del plan de retiro. Las unidades más eficientes tienen un costo variable en torno a US$28/MWh, mientras que las menos eficientes superan los 35 dólares.

La generación de estas centrales entre mayo y abril del año siguiente, incluso bajo una hidrología seca, no será significativa. En efecto, en la figura siguiente se muestra el porcentaje de participación que tendría cada central a carbón, respecto del total de la generación con esta tecnología; se aprecia que la participación del grupo de centrales en retiro no supera el 7,5%.

De manera similar, en el mismo período, según se muestra en la tabla, las emisiones de CO2 asociadas a este grupo de unidades no sobrepasarán del 7% del total de las emisiones del sistema. Incluso podrían ser nulas si es que el GNL continúa arribando a US$3,2/MMBTU, tal como lo declaró recientemente Colbún para sus ciclos combinados en la zona central, los que quedaron con un costo variable de US$25/MWh. De tal modo, el retiro de las nueve unidades tendrá un impacto modesto, en el mejor de los casos, en la reducción de emisiones.

En resumen, el gran impacto en la reducción en las emisiones de CO2, y en los precios de electricidad provendrá, más bien, del menor consumo de electricidad y del desplome de los precios internacionales de los combustibles. De un lado, la crisis del COVID-19 ha implicado un shock en el consumo de electricidad en Chile y en el mundo, con caídas que superan el 10%. Del otro, el precio del GNL ha caído a un mínimo histórico, desafiando al carbón. Sin embargo, las emisiones y los precios de los combustibles retornarán a su ritmo de crecimiento una vez que las economías del mundo vuelvan a la normalidad.

La manera eficiente de impulsar las reducciones de las emisiones de CO2, no es a través de un criterio selectivo de retiro de centrales, sino más bien a través de una regulación que grave a los que emiten, o de manera equivalente, que los obligue a reducir emisiones, regulaciones basadas en precio o cantidad respectivamente. Ninguna de estas dos reglas está actualmente implementada en la programación de la operación que realiza el Coordinador, ni tampoco en la asignación de los ingresos por potencia de suficiencia, cuyo reglamento fue definido hace casi un par de décadas, pensando en un suministro basado en centrales convencionales. Como resultado, al no actualizar estas regulaciones se mantiene una ayuda indirecta a las fuentes emisoras de carbono.

Cristián Marcelo Muñoz

Fundador de Breves de Energía. Email de contacto cmmunozm@brevesdeenergia.com.

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