El cambio climático es un problema global, cuya solución pasa necesariamente por un acuerdo vinculante que involucre, en acciones concretas y no simbólicas, a los grandes emisores de CO2 del planeta: Estados Unidos, China, India y Europa. Las políticas locales de mitigación, ya sea a través de impuestos verdes u otro mecanismo regulatorio, no pasan de ser simbólicas y su único efecto real será la pérdida de competitividad de la industria local.
La COP-19 finalizada recientemente en Varsovia ha decepcionado por sus resultados, ya que, nuevamente los Estados Unidos, China y la India no han tomado compromisos vinculantes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
La energía eléctrica abundante y a bajos costos es la base del crecimiento económico de un país. Chile ha experimentando importantes atrasos de inversión en generación eléctrica eficiente, que en el período 2007 -2011 significarán un 6% de menor crecimiento acumulado del PIB desde el 2012 al 2019.
Estamos lejos del ocaso del reinado de los combustibles fósiles y los precios seguirán siendo volátiles, esto último acrecentado por la incertidumbre sobre las políticas de cambio climático que se adoptarán.
El calentamiento global continúa, sin embargo, por motivos aún desconocidos la tasa de incremento de la temperatura de la Tierra ha estado por debajo de los pronósticos del IPCC.
La apuesta de Europa por el desarrollo de las energías renovables no convencionales, en la forma de centrales eólicas y solares fotovoltaicas, se está convirtiendo en una manera cara de mejorar el medio ambiente y en una pesada carga para los gobiernos y consumidores, que son los que finamente pagan las abultadas cuentas de energía.
La nueva norma de reducción de emisiones de CO2 en los Estados Unidos tendrá muy poco impacto, debido a que el shale gas por ser más barato, ya está reemplazando al carbón en la generación de electricidad. Por su parte, el recientemente publicado V informe del IPCC, establece con mayor confianza que el cambio climático se debe a la actividad humana, pero reconoce, que los modelos han sido inexactos en sus predicciones de la magnitud del incremento de la temperatura para los últimos 10 a 15 años.